Vinculos entre el perro y su dueño Tercera parte

 

El perro
tratado mejor
que una persona

 

 

 

 

"Cuanto más conozco al hombre, más quiero a mi perro." Si bien está en discusión si esta famosa frase pertenece a la francesa Madame Roland (1754-1793) o al poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde (1854-1900), no hay ninguna duda de que existe una gran cantidad de personas que se sienten identificadas con lo que expresa.

Es cierto que muchas personas al ser consultadas acerca de la relación con sus animales responden que es mejor que la que establecen con otros seres humanos. Más aún, muchas de ellas no dudan en afirmar que los perros son mejores que las personas. A diferencia del caso anterior, este tipo de relación no es sólo de tipo emocional sino también racional. En otras palabras, estas personas no sólo sienten que los perros son mejores que las personas sino que además lo creen.

Recuerdo el caso de una familia compuesta por un matrimonio, su hijo de doce años y el perro, un mestizo macho de tres años de edad. Ellos me consultaron debido a que el animal se mostraba agresivo con el padre y con el niño, aunque la conducta con la mujer era sumamente afectuosa. Durante la entrevista la familia relató cuatro o cinco episodios agresivos de¡ perro. Me llamó poderosamente la atención que la mujer responsabilizara a su esposo y a su hijo y resaltara la inocencia del perro. También me llamó la atención que cada vez que el resto de la familia expresaba su opinión, la mujer descalificaba sus comentarios. Al indagar acerca de la relación que ella tenía con su perro y acerca de los episodios agresivos descubrí un tipo de vínculo verdaderamente patológico.

La mujer afirmó sin ningún tipo de inhibición que para ella su perro era el integrante más importante de la familia y que si él se llevaba mal con el resto debía de tener sus razones, aunque ella no las conociera. El esposo contó que uno de los episodios agresivos se produjo cuando su hijo intentó entrar en la habitación de la pareja. Cuando el perro lo vio, lo agredió y lo lesionó gravemente.

Ante este comentario procedí a preguntarle a la mujer cuál era la responsabilidad de su hijo para justificar la agresión del animal. Ella serenamente me respondió que el niño no había pedido permiso para entrar ya que ésa no era sólo la habitación de ella sino también la del perro. Ante esta respuesta no dudé en preguntarle por qué el animal ocupaba un lugar tan privilegiado dentro del hogar en comparación con el que ocupaban su esposo y su hijo. La respuesta volvió a sorprenderme. Según sus palabras, el perro siempre estaba pendiente de ella, la acompañaba a todos lados, jamás le pedía otra cosa que no fuesen caricias, no le cuestionaba nada y además la cuidaba cuando se quedaban solos en la casa. Ni el esposo ni el hijo se comportaban de esa manera, lo que demostraba que su perro era el mejor miembro de la familia.

En un reportaje que le hizo el escritor y periodista George Sylvester Viereck, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, afirmó que él prefería la compañía de los animales a la de las personas. Freud sostenía que esta preferencia se debía a que resultaban mucho más sencillos que los seres humanos porque consideraba que los animales no tenían una personalidad dividida. Por lo tanto, no sufrían de la desintegración del ego como consecuencia del intento del hombre de adaptarse a cánones de civilización demasiado enaltecidos para sus mecanismos intelectuales y psíquicos. Freud afirmaba que los hábitos y las idiosincrasias más desagradables del hombre, su falsedad, su cobardía y su falta de respeto eran el resultado del conflicto entre los instintos y la cultura; situación en la que no se ven involucrados los animales, ya que su existencia es mucho menos compleja.

Sin embargo, una lectura minuciosa de las palabras de Freud nos muestra que si bien él podría preferir la compañía de un animal a la de un ser humano, en ningún momento afirma que los animales sean mejores que las personas.

Si bien nosotros somos parte del reino animal dado que compartimos muchas características con otros animales, tenemos algunas diferencias que nos separan del resto de las especies. Tanto el comportamiento de los animales como el nuestro está regido por lo innato y lo aprendido. Pero la cultura, la principal característica exclusiva de los seres humanos, ha hecho que nos diferenciemos enormemente de las otras especies. Por lo tanto, podemos afirmar que los perros no son ni mejores ni peores que las personas, sino simplemente distintos. Ergo, la comparación entre las de los humanos y las virtudes de los perros carece totalmente de sentido. Cuando alguien me hace un comentario de esta índole procedo a explicarle, con la mayor cordialidad posible, lo inútil que es hacer este tipo de comparaciones.

Extracto del libro "Nuestro perro"
Autor: M.V. Claudio Gerzovich Lis
Comportamiento animal
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Fuente visitar: www.comportamientoanimal.com



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