Como perjudican las fiestas a nuestras mascotas
Durante las fiestas de fin de año y hasta comienzos de enero, las mascotas sufren, se asustan, tienen miedo, se pierden y hasta mueren como consecuencia de los ruidos y resplandores luminosos que producen los distintos efectos de pirotecnia.
Si bien a muchas personas les causa alegría, resulta difícil entender cómo pueden alegrarse viendo a un perro o gato, aterrarse por los ruidos de la pirotecnia. Es un buen momento para enseñarles a los niños el significado de la responsabilidad que implica compartir la vida con una mascota. Que entiendan, tanto los niños como los adultos, que esos ruidos tan fuertes causan mucho daño y sufrimiento a los animales en general.
Quizá resulta gracioso el ruido que hacen estos artefactos al estallar, pudiendo quemar a las personas, aturdiendo, atemorizando y desconcertando a las mascotas. Pero es importante recordar que la tenencia de un animal, sea o no de raza, significa una gran responsabilidad. No es un juguete y quien ama a sus mascotas seguramente no querrá hacerles daño. No deben ser objeto de risas ni bromas pesadas. Ellos sufren y tienen sensibilidad como cualquier otro ser vivo.
Los caninos y felinos reaccionan muy mal al estímulo tan potente que les produce una explosión. Es raro que permanezcan indiferentes. Habitualmente reaccionan con miedo ante una tormenta y a las luces de los rayos. Pero con la pirotecnia el daño puede ser mayor. Por eso es conveniente preparar la casa, para tratar de evitar que sufran lo menos posible durante los días de fiesta, que para los animales, sobre todo perros y gatos (entre otros) que son los que conviven con el ser humano, significa una situación inusual y para nada agradable.
Los ruidos exagerados que genera la pirotecnia afectan a las mascotas por el sufrimiento que padecen y por el riesgo que corren de lastimarse a sí mismo al tratar de escapar o esconderse y hasta perderse.
Para este problema no existe una predisposición determinada por raza, edad o sexo de la mascota, simplemente es una respuesta de miedo al ruido. Los animales tratan de huir o esconderse, piden protección a su dueño, tiemblan, ponen la cola entre las patas, se agitan, a veces gruñen o ladran desde lejos y sus ojos parecen agrandarse.
Cuando la mascota escucha por primera vez estos ruidos, se asusta, tiene miedo. Si no le ocasiona consecuencias mayores, se acostumbrará e ignorará por ccon el tiempo. Pero si los asocia con experiencias desagradables y siente que no puede escapar a ningún lado o que recibe una excesiva atención del propietario con el fin de calmarlo, reforzará su miedo y, con el tiempo, se transformará en una fobia.
En el caso de los gatos, no solo se pueden alterar por los destellos de los fuegos artificiales, también les afectan los ruidos. Por eso conviene asegurarse que los gatos estén adentro de la casa mucho antes que comiencen las celebraciones y mantenerlos en un lugar donde no sea posible que los visitantes lo dejen salir sin darse cuenta. Convendrá que en el ambiente donde se resguarde haya cortinas para apaciguar la vista de los fuegos artificiales, y es recomendable dejarles una bandeja de arena, alimentarlos previamente a la reunión, y su colchon preferido para que puedan descansar. Así se evitará que escapen fuera de la casa por miedo o temor, y se pierdan.
A los perros, convendrá permitirles que se escondan en el lugar que ellos elijan como más seguro. Darles permiso, al menos en esos días. No obligarlos a participar del festejo, sobre todo si hay más gente que la habitual en la casa. En lo posible dejarlos en una habitación, con música o la televisión prendida, para atenuar los ruidos, y hacerles compañía tranquilizándolos. Evitar que puedan escaparse si algún invitado abre la puerta. Si asiste a otra casa con sus dueños, será conveniente tenerlo con la correa, para que se sienta más protegido y no escape desesperado. La reacción no es idéntica en todos los perros; algunos salen corriendo por la necesidad de escapar de la zona en que aún se pueden oír o ver las detonaciones, y no paran hasta que están lo bastante lejos para no percibirlas o hayan terminado. Esto puede ocasionar que se extravíen y los mate algún vehículo o no regresen más al hogar.
En todos los casos, la compañía del dueño es muy importante. No haciendo mimos y caricias, sino con su presencia, para tranquilizar al animal. También es conveniente, ante cualquier duda, consultar con tiempo al veterinario.
Un ruido excesivo o fuerte puede crear lo que se conoce como estrés acústico, que afecta a los felinos, en particular, ya que estos pueden oír los tonos muy altos, alrededor de 1,6 octavas más alto que los seres humanos y una octava por encima de los perros.
Los seres humanos oyen en el intervalo de aproximadamente 20 - 25,000 Hz, mientras que los perros lo hacen de 67 - 45,000 Hz y gatos en el intervalo de 45 - 64,000 Hz. Las voces de las personas vienen en aproximadamente en el rango de 300 - 3,000 Hz. Esto significa que hay un montón de sonidos fuertes que pueden realmente afectar a perros y gatos.
En las mascotas de compañía pueden darse desarreglos emocionales e incluso, pueden padecer depresiones y estrés. Las grandes ciudades suponen una prueba muy dura para los nervios de las mascotas, sobre todo durante las épocas de fiesta. No es difícil darse cuenta de cuáles son las reacciones más repetidas a los ruidos extremos. Por ejemplo en los caninos, aumento de la presión sanguínea, respiración más acelerada de lo normal, pupilas dilatadas, incremento en la salivación, temblores momentáneos, cansancio repentino. El cuerpo del perro queda en tensión y éste puede desde ponerse a ladrar y empezar a moverse de un sitio a otro e incluso buscar refugio saltando sobre su dueño, hasta esconderse utilizando el cuerpo de su dueño como escudo. Además pueden sufrir náuseas, temblores, jadeo, salivación, insuficiencia respiratoria, estrés, vómitos, convulsiones e incluso paro cardiaco, aparte de la sobreexcitación habitual en estos casos. CONSULTE CON SU VETERINARIO DE CONFIANZA LO ANTES POSIBLE
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