El periodo juvenil y la pubertad del canino domestico. Prevencion de trastornos de comportamiento.

ETAPA JUVENIL

La etapa juvenil comienza alrededor de las 12 semanas de vida, siendo el límite con la etapa anterior (etapa de socialización) determinado porque se ha completado el desarrollo del centro del miedo, y por lo tanto aparece la respuesta emocional y comportamental de miedo, con las actitudes, posturas y facies típicas de la especie.  

Durante esta etapa se produce la mayor parte de la denominada “poda sináptica”, donde aquellas sinapsis que se desarrollaron entre el último tercio de la gestación y el final del período neonatal, y que no han sido utilizadas, son eliminadas. Este es un proceso fisiológico de regulación, enormemente influenciado por factores ambientales y las experiencias vividas. Se estima que en los caninos esto se produce entre los 2 y los 4 meses de vida, y que en este proceso se eliminan alrededor de un 50% de las sinapsis originales.  Por este motivo es que es tan importante que en las etapas de desarrollo comportamental del cachorro se logren completar los procesos madurativos clave (impronta y socialización, por ejemplo), ya que las habilidades que no se han adquirido en los períodos sensibles correspondientes, no podrán ser suplidas por aprendizajes posteriores. 

Muchos patrones de comportamiento del adulto se establecen durante esta etapa, ya que se refuerzan los lazos sociales y termina de definirse la estructura jerárquica dentro del grupo (que podrá estar conformado por personas y/u otros perros).  Además, en la etapa juvenil los caninos expresan un patrón de comportamiento exploratorio y lúdico muy intenso, además de producirse el cambio de dentición de deciduos a permanentes, a partir de la semana 16 (proceso que se completa a los 5 o 6 meses de edad), por lo que es frecuente que produzcan destrucción de objetos y de mobiliario. 

Por todo lo antedicho es que resulta tan importante establecer pautas de manejo adecuadas durante esta etapa. para prevenir problemas futuros.

Un perro juvenil normal, de entre 3 y 6 meses de edad, debería controlar adecuadamente la presión de sus mordidas y la intensidad de su motricidad, no debería tenerle miedo a la calle (o al medio exterior), ni a personas desconocidas, ni a animales de su propia u otras especies, ni manifestar miedo excesivo ante estímulos sonoros u objetos desconocidos.  Tampoco debe ser agresivo ni con sus propietarios u otras personas, ni con sus congéneres u otras especies animales con las cuales convive. Además, debería tener incorporados ya los hábitos de higiene que le fueron enseñados (eliminación adecuada en el exterior de la vivienda o en algún lugar “permitido” para ello). Si alguno de estos comportamientos no se manifiesta de manera apropiada, es menester realizar la correspondiente evaluación comportamental para implementar un manejo y un tratamiento adecuado para corregirlo. 

Trastornos de comportamiento que se manifiestan en el período juvenil 

En el período juvenil se ponen de manifiesto las alteraciones de la “homeostasis sensorial”, definida como un estado de equilibrio donde no se produce una respuesta emocional (ni comportamental) si los niveles de estímulo de su entorno no superen a cierto umbral. Las alteraciones de la homeostasis sensorial tienen su base etiopatogénica en las etapas de desarrollo del cachorro, especialmente durante la etapa de socialización, y son: 

- La fobia ontogénica: se produce como consecuencia de un desarrollo durante los primeros meses de vida en un medio hipoestimulante (comparado con el que deberá convivir posteriormente), donde el animal no ha sido expuesto a estímulos sensoriales variados ni ha tenido contacto con animales (de la propia u otras especies) y, por lo tanto, no se ha habituado a los mismos. Cursa con signos de miedo excesivo ante estímulos sensoriales que no son verdaderamente peligrosos (sonidos fuertes como truenos o petardos, ambientes desconocidos, lluvia, ambientes cerrados o abiertos, etc.) y también ante la presencia de personas desconocidas o de otros animales. La presentación clínica tiene varios estadios evolutivos, y requiere un tratamiento integral combinando varias herramientas terapéuticas como terapia de modificación del comportamiento, cognitivo-conductual, ambiental, formativa, psicofarmacológica, feromonal, nutracéutica. La prevención de este síndrome es sencilla, si al cachorro durante la etapa de socialización se lo expone, además de a variadas especies animales (propia y otras), incluyendo distintas edades y biotipos, a distintos ambientes y a multiplicidad de estímulos sensoriales (sonoros, visuales, olfativos). Gran parte de estos estímulos puede adquirirlos el cachorro cuando comienza a salir a pasear con su propietario.     

- La hiperactividad y/o la falta de autocontroles, donde el animal produce una respuesta hipertrofiada, sin autocontrol motor, a cualquier estímulo que se le presente, independientemente de la relevancia y de la magnitud del estímulo, y sin señal de parada endógena (fase de apaciguamiento). Estos trastornos están causados por un desarrollo en un medio hiperestimulante, y/o por la falta de adquisición de autocontroles, especialmente por la ausencia del control de la mordida y del control motor que ejerce la madre (u otros caninos adultos) sobre el cachorro alrededor de las 4 a 6 semanas de vida.

PUBERTAD

Se define a la pubertad o madurez sexual como el momento en que los órganos genitales están desarrollados, son funcionales y aptos para la reproducción. En el macho, entonces, la madurez sexual está definida por el momento en que éste produce por primera vez suficientes espermatozoides como para preñar una hembra, es decir que tiene la capacidad de montar y fecundar a una hembra. En la hembra la madurez sexual (capacidad de ser fecundada) se alcanza a partir del primer celo, cuando se produce la primera ovulación y la hembra puede mantener una preñez. 

El comienzo de la circulación periférica de las hormonas sexuales durante este período tiene importantísimos efectos en el desarrollo del cerebro y del comportamiento. Sin embargo, la madurez sexual no es sinónimo de madurez emocional, ya que el individuo púber o adolescente debe aún establecer y mantener ciertos comportamientos, especialmente aquellos vinculados con las relaciones sociales, que lo llevarán a terminar su desarrollo emocional y social hasta convertirse en un animal adulto.  

El inicio de la pubertad puede producirse entre los seis y los 24 meses (con una edad promedio de 12,5 meses tomando todas las razas), dependiendo de la talla corporal, la raza, e incluso de variaciones familiares o individuales. Por lo general las razas pequeñas son más precoces que las grandes o gigantes. También se ve afectado el inicio de la pubertad por el estado nutricional del animal (peso y desarrollo corporal), así como por la estación del año (en relación a las horas de luz) y al estado de salud del animal. 

En la pubertad los caninos comienzan a exhibir comportamientos relacionados con la función reproductiva, como intentar escapar tras otros perros, mostrarse más interesados en investigar olfativamente la zona ano-genital de otros congéneres (y también en ocasiones de personas), oler y lamer orina de otros perros, oler materia fecal de otros perros (y a veces también revolcarse en la misma o en otras sustancias con olor muy penetrante) y, por supuesto, comenzará a mostrar interés sexual.  Esto hace que, sobre todo durante los paseos en la vía pública, el perro sea más desobediente, tire mucho de la correa, y esté poco atento a los comandos del propietario. 

Durante la adolescencia el temperamento del perro tiende a estabilizarse, hasta llegar a la madurez emocional y social (que no siempre coincide con la madurez o adultez física, es decir con el alcance de la talla máxima del individuo adulto).  Es en este período donde el propietario debe estar especialmente atento a la aparición de comportamientos indeseables o alterados, ya que si los mismos no son corregidos o tratados, tenderán a fijarse como hábitos permanentes en ese individuo adulto. En esta etapa, además de alcanzarse la madurez sexual, se reduce la exploración y el juego (aunque no desaparecen), y ocurren procesos importantes desde el punto de vista de la ontogenia comportamental, que a su vez son oportunidades interesantes de intervención para prevención de problemas de comportamiento:

Desapego:  El primer proceso de desapego (o desapego primario) se produce en el destete, que en general oscila entre la 5ta y la 9na semana de vida. En este momento el cachorro experimenta la primera “crisis emocional” de su vida, ya que la madre lo rechaza. En ese momento comienza a establecer vínculos afiliativos con otros individuos del grupo (sus hermanos, otros caninos adultos, personas).  

En la pubertad se produce el segundo desapego (o desapego secundario), a partir de la madurez sexual (aunque en las hembras puede ocurrir recién en el segundo celo). En este momento se produce el desapego final de la madre respecto a sus hijos, lo cual implica para el perro púber la adquisición de plena autonomía. A partir de entonces el animal establecerá un apego a todo el grupo social (y no a un solo individuo, como la madre o la figura adulta de apego). 

Pico de agresividad: Se reconocen dos picos de agresividad durante el desarrollo del perro. El primero ocurre en el cachorro durante el período de socialización, durante el juego social y el comienzo del establecimiento de las relaciones jerárquicas. El segundo pico de agresividad en el canino ocurre al llegar a la pubertad (más marcadamente en el macho), ya que en este momento se establece su posición jerárquica definitiva dentro el grupo.  Los machos adquieren la postura miccional del individuo adulto, y pueden comenzar a marcar con orina, e incrementan la agresividad hacia otros perros del mismo sexo.

Prevención de problemas de comportamiento durante la pubertad y el período juvenil:

1) Correcto desapego: Prevención de Ansiedad por separación 

Cuando se adquiere o adopta un el cachorro (idealmente a los 2, aunque muchas veces se produce incluso más tempranamente), el mismo se encuentra aún en estado de apego con su madre. Esta separación materno-filial o “desmadre” produce una fase aversiva durante la cual el animal joven gime durante la noche, busca a su madre, come poco. Este proceso de desapego precoz encuentra su solución con el establecimiento de una nueva relación de apego con uno de los propietarios. En general se produce con aquella persona que le brinda al cachorro todos los cuidados (administración de la comida, paseos, juego) y suele ser también quien intenta apaciguarlo cuando vocaliza acariciándolo o hablándole suavemente.   

Además, esta persona suele desarrollar también un lazo de apego hacia el animal. Este nuevo vínculo de apego es necesario para el cachorro, y le permitirá continuar su desarrollo comportamental normal, siempre que luego se produzca el desapego. Sin embargo, a diferencia de la perra madre, que desencadena en forma natural esta ruptura del vínculo de apego cuando el juvenil alcanza la pubertad (si aún convivieran), por lo general la persona que mantiene un fuerte vínculo de apego con su perro no suele provocar este distanciamiento necesario. Esta ruptura también es necesaria para la integración jerárquica del perro como un nuevo miembro adulto dentro del grupo. 

El continuar respondiendo y reforzando las solicitudes de atención del perro ya púber provoca un estado de dependencia afectiva (hiperafectividad o hiperapego) que dará origen a un cuadro de ansiedad por separación. 

La ansiedad por separación es un cuadro caracterizado por por lo menos una de las siguientes manifestaciones, que se producen exclusivamente en ausencia de la figura de apego (que puede ser uno sólo o varios de los propietarios): 

- Destructividad: 

- De mobiliario: en forma dispersa, denotando una intensa actividad exploratoria

- De sitios de salida (puertas, ventanas), en general por rascado con las patas

- De objetos diversos, en general de uso directo por el propietario (prensad de vestir u objetos de    intensa manipulación por parte de la figura de apego) 

- Eliminación inadecuada: micciones dispersas, en varias zonas de la casa. Deposiciones dispersas, muchas veces heces blandas, mucosas y hasta con hematoquecia. 

- Vocalización excesiva: ladrido, aullidos o gemidos. A veces sólo se producen en los primeros momentos posteriores a la salida del propietario, y otras veces de manera continua o intermitente durante toda la ausencia de los propietarios. 

Estas manifestaciones ansiosas se producen en forma de crisis, y radican en una intensa activación del sistema nervioso simpático, así como del sistema adrenérgico y dopaminérgico, aunque sean interpretadas por sus propietarios de manera errónea y antropomórfica como “acciones de venganza”. El criterio diagnóstico de necesidad es que no se produzcan también cuando está el propietario presente (en caso de exhibir también en presencia, probablemente se trate de un cuadro de ansiedad generalizada que se ve agravado por la separación del objeto de apego).  

Algunos perros sólo manifiestan estas crisis de ansiedad cuando se ausenta uno de los propietarios (la figura de apego), aun cuando hay otros miembros del grupo presentes. En cambio, otros perros sólo tienen estas crisis si se quedan absolutamente solos, y no tienen ninguna reacción si cualquier miembro del grupo permanece en la casa. 

Además, esta manifestación en forma de crisis puede darse durante las salidas rutinarias (horarios laborales) solamente, o bien ante cualquier salida, o, más frecuentemente, exclusivamente ante salidas que se producen fuera del horario habitual (salidas no programadas, en fin, de semana, en horario post laboral, etc.). 

La mayor parte de los perros que padece un cuadro de ansiedad por separación muestra conductas anticipatorias durante los “preparativos” de la salida, así como luego exhiben un ritual de saludo “exagerado”, con gran excitación psicomotora, hipervigilancia y sobreactividad, ante la llegada del propietario que resulta su figura de apego (salta, vocaliza, corre, mordisquea, etc.). En cambio, aquellos perros que han recibido frecuentes castigos cuando el propietario regresa y encuentra destrozos o suciedad, suelen permanecer escondidos y con postura de sumisión ante la llegada del propietario, lo que a menudo es interpretado antropomórficamente como un “sentimiento de culpa”.  

Es un motivo de consulta bastante frecuente en propietarios de caninos jóvenes (juveniles púberes o adultos jóvenes), especialmente cuando se ausentan muchas horas diarias del hogar. Cuando el animal manifiesta destructividad y/o eliminación inadecuada, sin dudas son los propietarios los que están motivados en forma directa por corregir el problema. En cambio, si la manifestación es exclusivamente la vocalización excesiva, suelen enterarse del problema a partir de las quejas de sus vecinos, y entonces la motivación por la consulta es externa, a partir de notas, denuncias o incluso amenazas por parte de los vecinos. 


La prevención de este trastorno radica en realizar un correcto desapego cuando el perro alcanza la pubertad: 

- Alejar el sitio de descanso respecto del de los propietarios

- Quitarle “objetos transicionales de apego” si los tenía (ropa del propietario en su sitio de descanso, por ejemplo)

-  No responder a sus demandas de atención y, en cambio, tomar los propietarios la iniciativa de los contactos cuando el perro no lo esté solicitando

- Reforzar el comportamiento “independiente”

- Cerrar puertas e impedir que el animal persiga al dueño por toda la vivienda

- Habituarlo a quedarse solo (o desensibilizarlo a quedarse sólo si ya tiene manifestaciones de ansiedad cuando queda solo)

- Extinguir el ritual de “despedida”: ignorar al animal desde varios minutos antes de retirarse de la vivienda

- Extinguir el ritual de “saludo”: ignorar al animal al llegar y sólo saludarlo e interactuar con él si está calmado y tranquilo. Contra condicionarlo, por ejemplo, con la orden de sentado. 
  
   

2) Jerarquización: Prevención de los trastornos del comportamiento social 

Durante la edad juvenil, la pubertad y la adolescencia, los perros deben poder reconocer y exhibir los rituales propios de la especie para poder establecer una correcta comunicación con sus congéneres, así como también con sus propietarios humanos. Además, durante las mencionadas etapas debe estar claramente establecida la jerarquía respecto a los miembros humanos y caninos del grupo con el cual convive. Si se realiza una correcta jerarquización, podrán prevenirse trastornos del comportamiento social, incluyendo tanto trastornos de comunicación, como los trastornos jerárquicos (con agresión hacia personas o hacia congéneres).

En el primer caso, el perro puede presentar agresiones de tipo irritativa y defensiva (por miedo), y no comprenderá ni expresará los rituales de comunicación típicos de su especie. En el caso de los trastornos jerárquicos, exhibirá comportamientos agresivos de tipo irritativo, territorial y jerárquicos o competitivos. Además, podrá haber marcación urinaria y monta jerárquica (o exhibición de comportamiento sexual).  

Si no se produce una apropiada jerarquización de los perros púberes / adolescentes (dándoles el lugar que les corresponde dentro del grupo, que debería ser el de menor jerarquía), los perros que reciben prerrogativas de dominancia o “privilegios”, entrarán rápidamente en conflicto jerárquico con sus propietarios.

El conflicto se produce cuando aparecen mensajes contradictorios: por ejemplo, se le exige obediencia y ciertas reglas que implican dominancia, pero por otro lado se toleran actitudes que muestran sumisión por parte del dueño.  Esta ambigüedad predispone a la aparición de actitudes agresivas de tipo competitiva, originando agresión competitiva hacia personas. Este trastorno de comportamiento cursa con agresión patológica (hiperagresividad o agresión instrumentalizada), con pérdida de fase apetitiva y/o de apaciguamiento, en contextos preponderantemente jerárquicos o competitivos.

Para establecer una correcta jerarquización deberán tenerse en cuenta los recursos que para el canino tienen importancia jerárquica, que son: la alimentación, el sitio de descanso, el control de los espacios, el control de las interacciones y la exhibición del comportamiento sexual. A continuación, se describen brevemente cómo deben establecerse las pautas de jerarquización para cada uno de estos recursos, para evitar futuros problemas: 

- Hábitos de alimentación

• Lugar: Periférico (no debe ser el mismo que el de las personas) y alejado del sitio de eliminación 

• Momento: Siempre después de los propietarios (ni antes ni concomitante), no de la mesa

• Frecuencia: Hasta los 4 meses: 4 raciones diarias. Entre 4 y 6 meses: 3 raciones diarias. A partir de los 6 meses: 2 raciones diarias.

• Modo: Dejarlo comiendo solo, durante no más de 20 minutos, y luego retirar el comedero (aunque no haya terminado la ración, y aún vacío)

• Extras y Premios: Nunca mientras los dueños comen o cocinan, siempre en su comedero o para premiarlo cuando realiza una acción correcta. 

- Sitio de descanso:

• Lugar: Periférico (no el mismo que los propietarios) pero cómodo y resguardado 

• Momento: Durante el día también necesita dormir: no molestarlo mientras descansa.

- Control de los espacios

• Es el propietario el que define dónde y cuándo puede estar el perro, y no debe ser el perro el que determine cuándo y dónde ingresa

- Control de las interacciones:

• Es el propietario el que define cuándo inician y cuándo finalizan las interacciones sociales (atención, juego, caricias), así como la intensidad de las mismas, y no debe ser el perro el que solicite atención o inicie todas las interacciones

- Conducta sexual

• No debe permitirse la monta ni de personas ni de objetos (almohadones, mantas, muñecos) o de otros perros (independientemente del sexo, ya que la monta puede ser sexual propiamenmte dicha o jerárquica) en presencia de los propietarios. Si el perro intenta montar frente a los dueños, se lo debe inhibir. 

La consulta puberal

Por todo lo anteriormente expuesto, se recomienda enfáticamente la realización sistemática de una Consulta Puberal en todos los pacientes, donde se verificará si se han cumplimentado las pautas de prevención y de educación explicadas durante las consultas vacunales del cachorro. En esta consulta, el veterinario, además de realizar una anamnesis comportamental detallada incluyendo la indagación sobre conductas agresivas, prestará especial atención a señales y actitudes que le puedan hacer sospechar de la existencia de un trastorno de comportamiento: 

- Observación del comportamiento exploratorio del perro (por ejemplo, en la sala de espera y al ingresar al consultorio): patrón de exploración exacerbado, hipervigilancia, hipermotricidad o, por el contrario, inhibición de la exploración, exploración estática, postura de miedo o inhibición comportamental, o exploración en estrella e hiperapego.

- Observación de la interacción entre el perro y el/los propietarios: mordisqueo, gruñidos o tarascones, saltar sobre el dueño.  

- Observación de la piel de las manos y antebrazos de los propietarios: lesiones por mordeduras o arañazos pueden indicar una falta de control de la mordida, un ritual de saludo exagerado, un déficit en la señal de parada durante las interacciones, o bien de otras formas de manifestación agresiva que los propietarios oculten (con o sin intención) durante la anamnesis. 

De constatarse la sospecha de la presencia de una alteración del comportamiento, se recomienda la intervención de un especialista para su diagnóstico y tratamiento.

Agradecemos la colaboración para la publicación de este articulo a la Dra. Marina Snitcofsky - Veterinaria (UBA), MN 8066. Certificate Cat Friendly Veterinarian AAFP - Diplomada en Medicina Interna de Caninos y Felinos (UDLA) y en Etología Clínica (CLEVe) - Especialista en Etología y en Animales de Laboratorio (CPMV) - Especialista en Estadística para Cs. de la Salud (UBA) - Mag. en Psiconeuroinmunoendocrinología, Univ Favaloro - Mag. en Ciencia y Bienestar de Animales de Laboratorio (UAB) - Doctora en Cs Veterinarias, Área Neurociencias (UBA) Profesora Titular Área Bioestadística, Escuela de Veterinaria y Fac. Psicología y Psicopedagogía, USAL - Sede Pilar Profesora Titular Bioestadística en carreras de posgrado y cursos a distancia, Universidad ISalud. Tel cel: 011 - 15 - 5378 - 0803 - marinaveterinaria@gmail.com - www.marinasnitcofsky.com.ar - Chat vía WhatsApp: https://wa.me/5491153780803 -   


Referencias

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