Cuando un amigo se va

El promedio de vida de perros y gatos en el ámbito de la provincia de Buenos Aires oscila alrededor de los 7 años. Esto es debido a que existe un alto índice de muertes prematuras por accidentes e interacción animal, ya que las peleas callejeras son comunes y más aún en las épocas de celo o crianza como lo son el otoño y la primavera.

 Para llegar a ese número se han tenido en cuenta las muertes prematuras de cachorros y adolescentes, pero también se promedia con las longevas existencias de mascotas que han superado en ocasiones las dos décadas de vida. En general la mayoría supera los diez años y hay una directa relación entre el tamaño de los animales y su expectativa de vida. Así los ejemplares de mayor tamaño – Ovejeros, Dobermann, Gran Danés, etc.- son considerados mayores de edad cuando superan los seis o siete años, mientras que los más pequeños – Caniche, Pequinés, Yorkshire, etc.- lo son llegando a los ocho o nueve. Por ello y a partir de esa etapa comienzan el ciclo de la tercera edad.

Esto es útil conocerlo para poder pedir ayuda, ya que existe desde la profesión Veterinaria una verdadera tarea de sistencialismo geriátrico que trata de contener el inexorable paso del tiempo proveyendo de dietas equilibradas que eviten deteriorar aún más las patologías que puedan residir en el aparato cardiocirculatorio y en el sistema urinario, y atendiendo asimismo las lesiones esqueléticas – huesos y articulaciones - que se ven afectadas generando puntos de dolor e invalidez.

Pero en algún momento la muerte llega, y aquel viejo compañero “nos deja” creándose en muchos casos un vacío difícil de llenar. Quien fue un “interlocutor válido” podía captar el sentimiento del momento y compartía con efusivas demostraciones de cariño los momentos de alegría y con no menos cariñosas lamidas aquellos de angustia o dolor. En todos los casos el incondicional afecto fue el denominador común y en todas las circunstancias, por lo que a modo de tributo a su especie – caninos o felinos - no puede ser mal visto que al cabo de un tiempo prudencial de duelo podamos elegir a otros “compañeros de ruta” para que nos acompañen en las siguientes décadas de nuestras vidas.

Cada etapa de la vida está signada por distintas circunstancias y no es casual que podamos elegir para cada momento a aquellos que se adaptan a nuestros deseos y a las posibilidades de devolverles la atención que cada mascota se merece.


Agradecemos la colaboración para la publicación de esta nota al: Dr. Leonardo Sepiurka: Médico Veterinario

 



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